Hay operaciones que tienen un valor simbólico especial. A Flavia la conocí mucho antes de ser su agente inmobiliario: fue mi profesora en el colegio secundario. Años después, cuando decidió comprar su primera propiedad, confió en mí para acompañarla en ese proceso.
Buscábamos un dos ambientes con vista, buena luz y ubicación estratégica. Yo la pasaba a buscar por el colegio donde ella enseñaba —el mismo donde yo estudié— y salíamos a recorrer juntos. Visitamos más de 25 departamentos en dos meses, viendo opciones, evaluando posibilidades, ajustando búsquedas. Todo con la tranquilidad de saber que estábamos haciendo equipo.
Hasta que apareció: un dos ambientes cerca del Barrio Chino, con una vista hermosa al río y un potencial enorme. Flavia lo eligió, hicimos la oferta y se concretó la operación. Hoy vive ahí, después de remodelarlo por completo y hacerlo verdaderamente suyo.
Estoy muy emocionada. Estas cosas son como muy vorágine, pero bueno, la casa de pronto tomó calor de hogar. Abrazo para vos, Ivi, para toda tu familia, que la verdad que no me voy a olvidar nunca el acompañamiento hermoso en, en lo que fue esto, que tal como vos decís, es un sueño cumplido. Así que bueno, un abrazo gigante, gigante para todos ustedes.
Para mí, acompañarla fue cerrar un círculo. De alumno a profesional, de profesora a propietaria. De esas historias que no se olvidan.